lunes, 5 de enero de 2009

¿Y que hay que darte sino son limosnas?

No me dejo atrapar, pero igual me siento enjaulado
y busco en la profundidad de mi bolsillo
el negro
y te lo doy en la boca.
Me dan asco tus dientes y asco me dan tus ojos.

Pero se que tienes hambre
te ofrezco la sombra larga del abandono
el hedor a perdida innecesaria
la triste pose del gran melancólico
y las piedras partidas y usadas
y la nota que dejaron las mariposas cuando huyeron
y el polvo en el aire, de otra tierra, pero aquí en mi nariz.

¿Que más quieres llevarte de mí?
No tengo más que éstas limosnas
y nada me sobra de mi angustia reciclada.

Mejor vete con lo que ofrezco
y se un buen monstruo, gentil y comprensivo
y aunque te llamen fantasma
tu y yo, sabemos
que con lo que te he dado
serás el mejor en la pesadilla de cualquiera
en una noche, cerrada, oscura, fría
vestido de mi peor sentimiento
luciendo tu viejo traje de conciencia
los zapatos del cuero arrepentido de ser cuero
ese sombrero que tienes, de alas anchas
de donde colgarás mis sueños
algunos, si lo que quieres es impresionar
algunos... aún vivos.

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