miércoles, 9 de abril de 2008

MIS LAGRIMAS SE CONVIRTIERON EN ORO

Cuando fui pura roca
tormentas hubo en mi alma.

Siempre supe
darle al viento algo de mi,
amar la lluvia
pedirle al frío clemencia
calmar sed y demencia del calor abrazador
disgregarme, ser arena, mojarme,
internarme en el mar, en su profunda oscuridad
y mis propias oscuridades conocer.

Siempre pulí al humillante polvo
que la naturaleza no quiso,
que desechó, que amontonó a mis pies,
haciéndolo brillar en una luna
y bajo su luz, esculpí esta cara, rostro sobreviviente
coherente, unido
porque pude a mi corazón encontrarle
clavado, el cincel.

Estos son los ríos de mi frente
los que no salieron nunca al mar
heridas
de las veces que el tiempo quiso envejecerme
convencerme de no ser yo.

Y no fueron las de él, sino mis lágrimas
las que me bañaron, me convirtieron en oro.
Así resistí lo irresistible, siendo más fuerte, más firme
aunque envíe tormentas
aunque me quiera quebrar
aunque ignore que yo, ya soy
tiempo.
.

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